En contrapunto de la fe
y el coraje vienen la duda y el miedo. Mientras el Bien usa la Voz de la fe
para envalentonar, el mal usa la voz de la duda para aterrorizar. ¿A quién
seguir? ¿A quién servir? ¿Qué decisión tomar?
En el conflicto íntimo
entre estas dos voces sólo hay una salida: ¡dudar de las dudas!
Dudar de la duda es
dudar de la fuerza del mal. Cuando él dice: “cuidado, eso puede salir mal. No
resultó con el fulano”, etc., la respuesta inmediata debe ser: “Si Dios es
conmigo, ¡quiero ver con mis propios ojos que Él es comigo!” Entonces, va hasta
lo último, sin miedo. Esa batalla con la duda
es librada en lo íntimo y es justamente ahí que se define la victoria. Eso es combatir el buen
combate de la fe para tomar posesión, no sólo de la vida de calidad, mas,
sobretodo, de la vida eterna. (1 Timoteo 6:12)
Creer en Dios significa
mucho más que creer en Su existencia. Sino creer que Él hará lo que prometió
que haría.
Obispo Macedo
Obispo Macedo